PERFORMANCE “YÓSMÖSIS” DE JORGE GALAN. 15/03/18, 19:00. S. EXPOSICIONES DE LA F. DE BB.AA.

Cartel

Sesión de performance YÓSMÖSIS de Jorge Galán

Comisariada por Joaquín Ivars

Jueves 15 de marzo a las 19:00

Sala de exposiciones de la

Facultad de Bellas Artes de Málaga

La Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Málaga presenta YÓSMÖSIS. Esta sesión de arte de acción constituye la primera muestra individual de Jorge Galán quien finalizó en el año 2.015 los estudios de Grado en Bellas Artes y el año pasado el Máster de Producción Artística Interdisciplinar en esta misma Facultad. También supone el primer trabajo íntegro de arte de acción que se programa en esta sala.

La exposición se celebrará el próximo 15 de marzo en sesión única a partir de las 19:00 horas, está compuesta por tres acciones artísticas consecutivas que exploran nuevas semánticas en la noción de identidad como proceso dinámico y relacional. Tanto la comunicación verbal y gestual como la proyección videográfica servirán para trazar un recorrido de repetición y agotamiento del signo lingüistico, sobre el que se trabaja de tres formas distintas que organizan y articulan esta sesión, cuya duración aproximada es de 45 a 50 minutos.

hoja sala 2La escandalosa y sanguinaria crueldad del filósofo. Joaquín Ivars, febrero 2018.

Que hable solo. Que hable Jorge Galán. Que hablen sus acciones. Está en su momentum: es su ímpetu, nos montamos en su vector de movimiento en las direcciones que sea necesario; a eso veníamos ¿no? El curador (risas), el comisario (carcajadas), no tiene aquí la función de la intermediación paternalista/negociadora con el autor y con el público que Boris Groys y tantos otros le atribuyen, sino acaso -y se me antoja prescindible- la de hacer un comentario otro, ajeno, extemporáneo, proponer una cierta brutalidad, una cierta ferocidad enajenada del motivo y el afecto que le invita a HABLAR-MENTIR como Epiménides, el griego cretense, (“Todos los cretenses son unos mentirosos”) mirando de reojo, como miran los que comparten dirección por unos momentos, unos pasos. Pero no es una carrera de relevos, no hay paso de testigo ni nada que se le parezca. Ni se hace escuela ni se dejan secuelas (Ah! esos principales peligros de los “enseñantes”). Entonces, la función es la del comentario que viene de lejos y se aleja igualmente con El pensamiento del afuera, (Foucault: “Miento. Hablo”). El comentario que se cruza en el camino con el lenguaje activo del comentado. Sin tocarse. Siempre exterior. Desde afuera. No serviría de nada el tocamiento.  Sin rozarse. Apenas el aire común de unos encuentros fortuitos en algunos espacios de concentración, campos, durante algunos momentos. Lenguaje pues denitivamente paralelo, sin posibilidad de encuentro. Nunca nos entendemos, ni poco ni mucho. Los códigos sirven para poder desentendernos adecuadamente, para poder echar las culpas a la intermediación, excelente cabeza de turco o justicación de próceres políticos: “Nos ha fallado la comunicación”, “Hemos de ser más pedagógicos”. Con Godard: “Todo niño es un preso político”, los estudiantes sobre todo, en la familia y en la escuela, en la universidad. Y sus profesores y progenitores: acreditados capataces de cárceles (que transmiten códigos, protocolos y metodologías), y ellos, asimismo, desde el estrado o la cabecera de la mesa, inconscientes presidiarios. Pero no hacen falta excusas ni repentinas iluminaciones y ataques de súbita lucidez: humildemente compartimos desencuentros más o menos felices, más o menos amargos, más o menos sobrios o ebrios, armónicos, rítmicos, sincopados. Compartimos desencuentros porque resulta imposible sincronizar el mismo nivel de humor, la misma lógica temporal y afectiva. En esto no hay tristeza, es solo así, sería bueno recordarlo cada vez que compartimos un desencuentro, evitaríamos mucha mala sangre.

Desmintamos a McLuhan (“El medio es el mensaje”): Nosotros somos el medio, el mensaje nos es desconocido. Por completo. Pero, sin embargo, hablemos. Como todos los días. Contémonos las cosas que nos pasan. Auto-narratividad. Inflamación del relato de nuestro pequeño mundo que nos cobija de la verdadera intemperie que no sabe de arrullos; inflamación del sujeto: YO, que atesoramos y voceamos como único recurso para sentir la existencia como algo propio; inflamación del lenguaje que expresa nuestros estertores desde el primer llanto a la luz del nacimiento. Inflamación del yo, del lenguaje, del mundo: hinchazón distribuida del yo en sus infinitas máscaras, del lenguaje en sus secuestros locales y su pillaje universal, y del mundo en sus múltiples versiones, hasta transformarlos en ocupantes absolutos de aquello que insistimos en llamar vida. Y sabemos que las inflamaciones enrojecen la piel, calientan y tensan nuestros tejidos, duelen.

Hablan tres acciones enganchadas. Que hablen. Solas. La interpretación aquí no cabe, no hay sitio para ella. Aunque el aire de las acciones sí es de familia, y de familia es también el aire que circula entre ellas y el que circunda a los que abandonaron ontologías y metafísicas para girarse lingüísticamente. Si entre entes no nos entendemos… atendamos al lenguaje que hablan, a ver qué dicen: Nietzsche, con sus ejércitos de metáforas (entre ellas, en algún sitio leído o escuchado: “El hombre es el animal que se predice”… que antecede con su lenguaje aquello que quisiera hacer; Heidegger: “El lenguaje es la casa del Ser”, del ser arrojado al mundo, del ser que se proyecta en un lenguaje ya dado; Gadamer: “El ser que puede ser comprendido es lenguaje”; Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar hay que callar”; y muchos etcéteras. Ese giro lingüístico atribuido a Rorty como antología del cambio de dirección de la filosofía, El Giro lingüístico firmado por Richard Rorty, corría 1967 (de 1965 son las Una y tres sillas del artista conceptual Joseph Kosuth), que necesita mención aparte, sobre todo en este caso: léxico y no lenguaje, “Léxico último”: palabras usadas para identificarnos con un yo creyente. ¿Pero qué credo? Cualquiera. Retahíla de adhesiones. Hoy se podría resumir en un “me gusta”, eso dicen algunos entendidos. El credo es el modo de cesar en la duda. Mantenerse en la duda es insoportable. Asertividad. Yo: YO. Tautología del encuentro socrático consigo mismo, o la escandalosa y sanguinaria crueldad del lósofo: “Conócete a ti mismo”.

Tres acciones (hablo-miento, callo-miento, también) de la celebración del encuentro que siempre es desencuentro. Los silencios son, igualmente, lugar de lucha. Arte relacional, arte del estar juntos, nos dirían pomposamente siempre con una cerveza en la mano. Por todos lados etiquetas, eslóganes, mantras, rituales: pandillerismo del arte de consigna. La performance, la acción, en este caso se proyecta, se predice, se dice, se hace, explícitamente se maniesta, se enuncia. Sin más. Pero por encima o por debajo, un agradable tufillo a sarcasmo y a violencia emboscada en la broma. Risas también que se esconden en otras risas, matrioskas de risitas cada vez más pequeñas, más herméticas, más burlonas, más ácidas, más corrosivas. Pasen y rían, si saben. Con Jorge, claro; solos no tiene ni puta gracia. Pero luego, cuando lleguen a casa después de las birras, no se olviden de mirarse en el espejo por si, entre risa y risa, les ha salido un agujero en algún lado que no esperaban.

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YÓSMÖSIS Jorge Galán

El estadio del espejo -le stade du miroir- es un concepto de la teoría del psicoanalista francés Jacques Lacan que define una fase del desarrollo psicológico del niño comprendida entre los seis y los dieciocho meses de edad aproximadamente. Etapa en la cual el niño se encuentra por primera vez capacitado para percibirse, o más exactamente, percibir su imagen corporal completa en el espejo. En esta fase, de acuerdo a la teoría lacaniana, se desarrollaría el yo como instancia psíquica. Lacan observa que el reconocimiento siempre va acompañado de una expresión narcisista de júbilo, pero sólo efímero. Se reconoce y se desconoce casi al mismo tiempo, porque aquello que reconoce no es él, sino justamente una imagen de él. Una imagen separada que no le pertenece. La completud que observa es sólo un engaño. Una figura imaginaria de no fragmentación que al mismo tiempo lo confronta con la propia enajenación. Aquello que el niño ve está fuera de sí, no está en su cuerpo, sino en el espejo. El estadio del espejo implica por ello una experiencia de división o escisión del sujeto.  Constituye así una primera mirada desde la nada a lo completo en el ontológico eje ser-no ser; el espejo es la imagen que nos devuelve el mundo completada, pero no nos pertenece.

La elaboración de la gura del otro, en tanto viene a ser otro como yo, mi semejante, viene a ocupar precisamente el lugar que mi imagen ocupaba en el espejo, introducción luminosa del aspecto narcisista de toda identificación, al tiempo que supone el desarrollo de la temática de alienación en la captura por la imagen del otro; ese lugar es a la vez el de mi imagen y el de mi alienación y mi desconocimiento. Y de ahí me vendrá, de lo que el otro es, sabe y dice pero yo desconozco, lo que yo creeré ser, querré saber, y pensaré pensar, pensando pero sin ser o siéndolo sin pensar.

Esta experiencia con el espejo es incorporada como significación metafórica en este trabajo de performance, presentada en un recorrido por diferentes estrategias artísticas que insisten en la repetición y agotamiento del lenguaje, con la pretensión de explorar nuevas semánticas en la noción de identidad como proceso dinámico y relacional, como “fluidez” que se genera en la interacción social y se construye y reconstruye constantemente en los intercambios sociales mediante procesos de negociación a lo largo de toda la vida.  El conjunto de sistemas que hacen posible este intercambio de carácter existencial e identitario no es otro que el lenguaje. También identidad y alteridad están en relación dialéctica. Por lo que podríamos tratar alegóricamente al lenguaje como un gran filtro que distingue y separa estas tres esferas de existencia, pero un filtro permeable que comunica y que permite el intercambio equilibrante o no, entre el yo, el otro y los otros.

Además del reconocimiento consciente del propio alegato performativo del aquí y del ahora, este trabajo de arte de acción trata de ubicar su discurso en esta percepción ambivalente acerca del lenguaje que nos tratan de transmitir otros muchos pensadores y lósofos del lenguaje, además de Lacan: como un sistema constitutivo de nuestra propia construcción identitaria, nuestra lógica y nuestro mundo interior, pero también como una distancia de la experiencia y del mundo que nos rodea, distancia en la que a menudo somos construídos.

El lenguaje siempre ha ocupado un lugar prominente en el estudio de la mente, para muchos es en las relaciones entre lenguaje y pensamiento donde se encuentra la llave para desentrañar el misterio de la mente misma. Las identidades surgen de la narración del yo, de la manera como nos representamos y somos representados. El lenguaje nos distingue, nos construye y nos comunica. Pero también nos miente y se constituye en distancia a la experiencia.

La sesión de performance está dividida en tres partes diferenciadas según los elementos de trabajo con el lenguaje y la esfera conceptual con la que se relacionan.

1. YO MIMÉ CONMIGO, establece una hiperexposición del signo identitario como elemento central en la dialéctica de construcción del otro. A la vez que supone una toma de consciencia del propio evento performativo y su evocación existencial del presente.

2. PORQUE YO LO VALGO, plantea una incursión en el mundo de la comunicación de masas, desde una perspectiva del lenguaje publicitario como un sistema arbitrario y unidireccional, dirigido a influir en la construcción y conducta del individuo a través de su instrumento más efectivo: el eslógan, esa palabra o frase corta expresiva y fácil de recordar, que a menudo consigue su quintaesencia entrando a formar parte del propio ideario colectivo con el paso del tiempo.